viernes, 12 de septiembre de 2008

“La psicología es jugar con ventaja deportiva”

Hace un tiempo leí un artículo del Lic. Marcelo Roffé, que trabaja en los equipos menores de la AFA desde hace cinco años, y me pareció muy buena su visión de cómo la ciencia puede ayudar a los deportistas para lograr su máximo rendimiento en la alta competencia.

En una entrevista que le hiciera Adrián De Benedictus, esto decía:

–¿Cuáles son los mayores reclamos de los deportistas?
–Lo que más buscan es controlar la ansiedad precompetitiva, descansar bien la noche previa a la competencia. Para eso los ayudamos con técnicas de relajación, respiración, con música especialmente seleccionada. También buscan tener las metas claras, estar motivados con objetivos a corto, mediano y largo plazo. Michael Jordan decía: “Todo lo que conseguí fue por ponerme metas cortas y realistas, y así fui armando el rompecabezas de mi carrera deportiva”. Y otro gran tema es el control de los miedos y las presiones, que merman el rendimiento del deportista o del equipo.
–¿Qué buscan concretamente?
–Ellos buscan fortalecer la autoconfianza para tomar mejores decisiones, porque alto rendimiento es eso, tomar decisiones rápidas y buenas. Vos no podés tomar decisiones lentas y buenas, ni tampoco malas y rápidas. Y rápidas no es apuradas. Esto es lo difícil en el alto rendimiento, saber elegir qué es lo que te conviene en el momento justo. En cualquier otro trabajo hacés todo bien y te va bien. Acá podés hacer todo bien y perder. También buscan estar concentrados, focalizados, aislarse de las presiones externas como puede ser del público, de los gritos del entrenador, de las cargadas de los adversarios, o de las presiones de los padres. Exterior o interiormente: por ejemplo, quedarse pensando en un error, enganchados e irse del partido. Cada deporte es una especialidad y tiene sus secretos. En los de conjunto se busca integrar bien al grupo y ayudar a transformar el grupo en un equipo. Que el nosotros sea más preponderante que el yo.
–¿Los tenistas son los que más consultas hacen?
–Ultimamente sí. Una vez Gaudio declaró que no les podía ganar ni a la mamá, y a los seis meses, después de haber trabajado con un psicólogo, ganó Roland Garros. Fue muy claro ese ejemplo. Pero no ganó sólo por la preparación psicológica. Primero está el talento. Y en los deportes de equipo, el psicólogo tiene que pasar más inadvertido, no tiene que confundir que el protagonismo verdadero lo deben tener el jugador y el entrenador. Hoy se dice que los 100 mejores jugadores del mundo de tenis son muy parejos técnicamente, pero los que están entre los diez primeros son los que mejor adaptación tienen a situaciones de estrés. A los viajes, a los cambios constantes, a las crisis. En los deportes individuales, esto de jugar con ventaja, que puede ser la preparación psicológica, toma más auge y cada vez se van convenciendo más. Hay dos maneras de jugar con ventaja una vez que se equipara lo técnico, lo táctico y lo físico, y una es legal y ética, que es la preparación psicológica, la que termina torciendo el curso de un resultado. La otra, que lamentablemente muchos escogen por esto de ganar de cualquier modo, es muy reprochable y está reñida con la esencia del deporte: el doping, que es jugar con ventaja extradeportiva. En cambio, la psicología en el deporte es jugar con ventaja deportiva.
–Precisamente Gaudio, con todos los vaivenes emocionales que exhibe, ¿es un caso especial?–Todos son casos especiales, desde que cada persona es única, insustituible, y cada uno tiene su historia. Cuando se habla en términos de éxito y de fracaso, a veces el periodismo es muy duro. Cómo hacés para saber si alguien fracasó si no conocés las metas que tenía. Vos fracasás en relación a las metas que te pusiste. En natación vos podés tener tres tipos de metas distintas que no son excluyentes entre sí. Podés tener como meta estar en el podio, mejorar tu marca individual en segundos o pulir tu estilo personal de nado. Son todas distintas, entonces si dicen fracasó porque salió tercero en lugar de primero no es real porque tal vez el objetivo era estar en el podio. Ahí está este “otro evaluador”, que hace que a veces el deportista prefiera no leer los diarios o no escuchar nada porque lo daña moralmente.

–En esta actualidad donde se busca el éxito permanente, ¿un deportista de elite necesita psicólogo?–Yo no soy de la idea de que todos lo tienen que tener, como en la clínica todos tienen que hacer terapia. Seguirán saliendo campeones sin psicólogo. Porque lo más importante es el desempeño, y ganar o perder es una consecuencia del desempeño, que a su vez es una consecuencia del entrenamiento. Entonces hay que preguntarse si se hizo todo lo que se podía o todo lo que estaba al alcance. Ahí se pueden dar cuenta de que en lo psicológico no se estaba trabajando y que se está guardando algo. En ese sentido es una elección y muchos no lo eligen porque no conocen los alcances o las virtudes, y hay muchas experiencias buenas que preferimos que pasen inadvertidas. Hubo malas experiencias cuando se hizo marketing con el tema de la psicología en el deporte, revelando el secreto profesional. Aparte, el deportista valora mucho que el psicólogo no aparezca. En mi caso sólo hablo cuando sale un libro porque es mucho esfuerzo publicarlo, y uno como autor quiere que lo lean. En este libro hay trabajos que reflejan deportes individuales y deportes de equipo. Y las tendencias actuales que hay hoy en el mundo.

–¿El reclamo de un deportista amateur es distinto?

–Nosotros partimos de la idea de que el 90 por ciento de los deportistas es normal. Lo que pasa es que el juego devino deporte y el deporte devino negocio. Es como una deconstrucción negativa. Cuando el deporte de alto rendimiento introduce el tema del dinero, ya mitad es salud y mitad es enfermedad. Hay deportistas que son sanos y normales hasta que tienen fama, empiezan a tener dinero, el entorno se transforma. Aparecen los aduladores, los amigos del campeón, las novias del campeón, los dirigentes, los periodistas. Una serie de cosas que antes no estaban. Y cuando el lugar del psicólogo no se ocupa, se ocupa mal porque lo ocupa el entrenador, el preparador físico, el kinesiólogo, o el médico.

–A largo plazo, ¿ustedes buscan que el deportista rinda más o se sienta mejor de la cabeza?–Primero que se sienta bien con él mismo, suelto. Con eso, tarde o temprano, va a rendir mejor. No son máquinas.

–El ejemplo de joven deportista exitoso parece ser el del español Rafael Nadal. ¿A los 19 años se puede soportar tanta exigencia triunfalista?

–Lo que está claro es que cada vez son campeones más jóvenes y cada vez se retiran más temprano. Hay apuro por llegar y, en el fútbol, apuro por emigrar. Hace poco los periodistas especializados decían que entre Federer y el segundo había un abismo, y en Roland Garros ganó Nadal. Es difícil hacer futurología en el deporte, predecir. Lo que sí se puede es achicar los márgenes de error, y la psicología en el deporte trata de achicarlos. El mejor ejemplo es Tiger Woods, que siendo número uno no se cree el mejor, sino que trabaja para ser el mejor. Ganó todo y quiere seguir mejorando. Eso pasa muchas veces, que el dinero fagocita la motivación interna. O sea, lo exterior fagocita lo interior.